martes, 12 de marzo de 2019

TEMA 14: LA DICTADURA DE PRIMO DE RIVERA

    
         La dictadura de Primo de Rivera hay que enmarcarla dentro de la situación general de crisis de las democracias en Europa. El auge de los movimientos obreros y a conflictividad social creó un  ambiente de temor por parte de las clases medias que reclamaban la actuación de un poder fuerte que frenase dicho auge y devolviera el orden social y protegiera la propiedad privada.
       El pronunciamiento militar fue protagonizado por el Capital general de Cataluña, Miguel Primo de Rivera, que justificó como una respuesta frente a los nacionalismos, el descrédito del ejército y la conflictividad social que había marcado los últimos años. 
    El golpe no encontró prácticamente oposición; sino que, más bien al contrario, la Iglesia, los empresarios, la burguesía y las clases medias en general aplaudieron dicha medida. Primo de Rivera presentó dicho golpe como una medida necesario que daba paso a una etapa transitoria que, tras solucionar los diversos males del país, volvería al orden constitucional. Es por ello por lo que se le conoció con el sobrenombre del "cirujano de hierro".
       Primo de Rivera contó con el apoyo del rey, Alfonso XIII, quien le llamó dos días después del golpe, 15 de septiembre de 1923, para formar gobierno. Ello suponía por parte de la monarquía el abandono de la vía constitucional y su respaldo a la dictadura ligaba el futuro de la Corona a la la misma.

 El Directorio Militar (1923-1925)

      El nuevo gobierno proclamó el estado de guerra lo que supuso la suspensión de la Constitución de 1876 y de las garantía constitucionales tales como la libertad  de prensa o las actividades de los partidos y sindicatos. Las Cortes , los ayuntamientos y las Diputaciones fueron disueltas pasando a estar ocupadas por personas afines al nuevo régimen. Los gobernadores civiles fueron sustituidos por gobernadores militares 
      La CNT y el Partido Comunista fueron prohibidos así como las actividades de los partidos y sindicatos.
     A pesar de haber contado con el apoyo de la Lliga, que veía en el régimen una garantía de orden social frente a los movimientos obreros, la dictadura se propuso acabar con las aspiraciones nacionalistas en Cataluña adoptando una postura muy intransigente. Se disolvió la Mancomunidad y se prohibieron los símbolos nacionalistas catalanes (himno y bandera) así como el uso del catalán en las instituciones. Sin embargo, ello provocó una reacción del nacionalismo aún mayor que se radicalizó aún más, sobre todo entre los defensores de la independencia.
    Primo de Rivera se resolvió a acabar con el problema de Marruecos. La resolución del conflicto fuer vista como una necesidad de restablecer el honor del ejército, tras el descrédito sufrido con la derrota de Annual. Para combatir a las fuerzas rebeldes, España se alió con Francia consiguiendo una gran victoria en el desembarco de Alhucemas en 1925 que supuso la aceleración del final del conflicto al año siguiente.

El Directorio Civil (1925-1930)
         Dos años después del golpe militar, Primo de Rivera decidió dar entrada a su gobierno a civiles para que sustituyeran a los militares. Inspirándose en las dictaduras de corte corporativo surgidas en Europa, como el fascismo de Mussolini, creó en 1924 un partido, la Unión Patriótica, que recogía el ideario político del nuevo régimen y de cuyas filas saldrían sus dirigentes. 
       En 1927 se convocó una Asamblea Consultiva, formada por integrantes de la Unión Patriótica y de la Administración del estado cuya finalidad era crear un marco legal para el régimen a manera de una Constitución hecha a su medida. Dicho texto no llegó a aprobarse y la asamblea sólo tuvo una función consultiva siendo dependiente del gobierno.
     El desarrollo económico de los años veinte benefició a España que vivió unos años de prosperidad que, junto a la represión y  a la política social del gobierno (creación de escuelas, construcción de casas baratas,...) provocaron un descenso significativo de la conflictividad social. Para resolver dichos conflictos, de nuevo se inspiró la dictadura en los "sindicatos verticales" fascistas, de manera que se crearon los llamados "comités paritarios" integrados por empresarios y obreros para fijar los salarios, jornadas laborales así como para mediar en los conflictos laborales. Los socialistas participaron en dichos comités como una manera de garantizar la supervivencia y expansión de la UGT.
     Así mismo, el gobierno decidió adoptar una política económica intervencionista así como de fomento de la economía nacional. En consecuencia, se procedió a la aprobación de aranceles proteccionistas así como de ayudas a las grandes empresas a la par que se creaban grandes monopolios estatales como CAMPSA que recibió en exclusiva la concesión para la importación y venta de petróleo y sus derivados o la Compañía Telefónica Nacional, en un momento de expansión de la telefonía.
         Por otro lado, se impulsó una política de obras públicas que se tradujo en la construcción de ferrocarriles, puertos, embalses y carreteras. También se crearon las Conferencias Hidrográficas con la finalidad de explotar las cuencas de los ríos tanto para el regadío como para la producción eléctrica.

Oposición y fin de la dictadura
     A partir de 1926 la oposición a la dictadura fue creciendo fundamentalmente entre los intelectuales (Valle-Inclán, Unamuno, Ortega y Gasset,...) que criticaban las falta de libertades políticas ante un régimen que lejos de ser temporal, como había manifestado en sus inicios,  manifestaba su voluntad de hacerse permanente.
        Fueron surgiendo nuevos partidos republicanos como la Alianza Republicana, creada en 1926, e integrada por Acción republicana, República Catalá (Lluis Companys) y el Partido radical (Lerroux). Incluso antiguos liberales, que habían sido monárquicos, optaron por crear una opción republicana de derecha como fue la Derecha Liberal Republicana.
        A pesar de su prohibición, las fuerzas nacionalistas cobraron vitalidad como demostraba la fundación en 1929 de la Organización Republicana Gallega Autónoma o en 1931 la de Esquerra Republicana de Catalunya (ERC).  También el anarquismo fue cogiendo vigor y ganando apoyos de manera que de manera alternativa a la CNT se fundó la Federación Anarquista Ibérica (FAI) partidarios de la insurrección revolucionaria.
         A esta oposición creciente se vino a sumar, una de vital importancia por su procedencia, la de una parte del ejército descontentos con la decisión de Primo de Rivera de suprimir los ascensos por antigüedad y de la disolución del cuerpo de artillería.
        Falto de apoyos y ante una oposición creciente Primo de Rivera presentó su dimisión al rey el 30 de enero de 1930. El exdictador falleció en su exilio de París dos meses después.

 La caída de la monarquía (1930-1931)
         Alfonso XIII encargó al general Dámaso Berenguer la tarea de intentar volver a la normalidad constitucional. Se restauró la constitución de 1876 en un vano intento de volver al régimen de la Restauración La crisis económica de principios de la década de 1930 supuso un cambio en la coyuntura social, hasta ese momento poco combativa con la dictadura, mientras que los antiguos partidos políticos se negaban a colaborar en la restauración del régimen anterior.
Integrantes del "pacto de San Sebastián"
        la oposición antimonárquica era cada vez mayor y aglutinaba a partidos y "Pacto de San Sebastián" que se marcaba como objetivo la proclamación de la república. La causa republicana fue ampliamente apoyada por la mayor parte de los intelectuales de la época como una gran parte de los escritores de la "generación del 98" (Unamuno, Ortega y Gasset o Antonio Machado entre otros) y los más jóvenes de la conocida como "generación del 27" (Lorca, Alberti o Buñuel).
fuerzas muy diversas en común pero unidos por el objetivo de derrocar al rey. republicanos, pero también nacionalistas gallegos y catalanes, firmaron el 30 de agosto de 1930 el conocido como
Tras la dimisión del general Berenguer, éste fue sustituido por el almirante Aznar quien anunció la convocatoria de elecciones municipales para el 12 de abril que sería seguidas por otras generales.
        Republicanos y socialistas se presentaron de manera conjunta para no dividir al voto republicano y plantearon la elecciones municipales como una consulta o plebiscito sobre la continuidad d ela monarquía. El triunfo de la coalición republicana en las principales ciudades, donde la influencia del caciquismo era menor frente al mundo rural, fue interpretado como un rechazo masivo a la monarquía. Así también lo entendió Alfonso XIII quien renunció al trono y marchaba al exilio el 14 de abril mientras se proclamaba la II República. 

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