El golpe de estado había empezado a ser preparado por los generales Mola y Sanjurjo desde marzo de 1936, tras la victoria del Frente Popular en las elecciones. La fecha prevista para la sublevación había sido el 18 de julio si bien, de manera imprevista, el general Franco, que se había trasladado de Canarias al protectorado de Marruecos declaró el estado de guerra poniéndose al mando del ejército de África. En los días sucesivos, entre el 18 y 20, los oficiales al mando de las diferentes zonas militares de España tuvieron que posicionarse del lado del gobierno republicano o sumarse al bando de los sublevados. la decisión varió según las zonas.
Parte de Andalucía quedó bajo control de los sublevados tras hacerse con el control de Sevilla el general Gonzalo Queipo de Llano. Guarniciones de Cádiz, Córdoba y Granada se sumaron a la sublevación si bien Huelva y la mayor parte de Andalucía oriental permanecieron fieles a la República. En el norte, el general Mola, uno de los líderes de la conspiración tomó navarra mientras que gran parte de Aragón quedó también bajo control de los sublevados, lo que pasará a denominarse zona nacional, tras el control de Zaragoza por el general Cabanellas. Galicia, Canarias, la Rioja, Mallorca, norte de Extremadura y gran parte de Castilla y León pasaron a estar controladas por las tropas sublevadas.
Por el contrario, la fachada mediterránea, gran parte de la cornisa cantábrica y la mitad sur de España se mantuvieron fieles al gobierno republicano gracias principalmente a que la revuelta fue sofocadas gracias a la intervención de las fuerzas de orden público (guardia de Asalto y Guardia Civil) así como a la organización espontánea de milicianos, organizados por los partidos políticos y sindicatos, Esta situación se tradujo en que los principales centros industriales y mineros (Asturias, Cataluña o Madrid) así como los principales puertos mediterráneos (Barcelona, Valencia, Alicante y Cartagena) seguían bajo control republicano, si bien, gran parte de las zonas agrícolas y ganaderas habían quedado bajo el control del bando nacional. También había quedado bajo control republicano las reservas de oro del Banco de España, fundamentales para hacer frente a la contienda.
Aunque en un primer momento se infravaloró el alcance de la sublevación, pronto se constató la superioridad militar del bando sublevado al contar con las tropas mejor preparadas, la de Marruecos y con el apoyo militar de Alemania e Italia, cuyos regímenes fascistas no dudaron en apoyar al bando sublevado aportando material militar, soldados y, sobre todo, aviación. Los grandes terratenientes, los medianos y pequeños propietarios agrícolas, gran parte de los católicos de clases medias apoyaron a los sublevados. También la Iglesia católica apoyó abiertamente a los sublevados calificando de "cruzada" la lucha contra las fuerzas de izquierda lo que provocó a su vez una reacción aún más violenta anticlerical en el bando republicano.
Obispos en Burgos haciendo el saludo fascistas |
Milicianos republicanos portando imágenes religiosas destruidas |
El orden y la disciplina militar del bando sublevado contrastó rápidamente con el desorden, sobre todo en los primeros momentos, entre las fuerzas afines a la República; principalmente a raíz de la decisión del gobierno de ordenar la desmovilización de los soldados y optar por entregar armas a las milicias populares de los partidos y sindicatos de izquierdas. Ello supuso, que, más allá de la lucha contra los sublevados, cada milicia, en función de su ideología anarquista, comunista o socialista, luchara por la imposición de sus ideas y la consecución de sus fines, sobre todo entre las milicias anarquistas que vieron en la guerra la oportunidad de llevar a cabo la revolución contra el Estado. Ante la ausencia de un poder fuerte que representase la legitimidad del gobierno republicano, surgieron multitud de comités locales y provinciales que luchaban de manera descoordinada y sumieron a muchos territorios en un caos que beneficiaba el avance del ejército golpista.
La guerra civil española ha sido en muchas ocasiones interpretada como el prólogo de la segunda Guerra Mundial que la sucedería a partir de 1939. Pronto el conflicto, sobrepasó las fronteras nacionales si bien la reacción de los diferentes países fue bien diferente. Los países europeos temían que una entrada en la guerra del lado de la República precipitase a Europa a una confrontación generalizada. Sólo la URSS prestó su ayuda a la República con el envío de armamento, pilotos y técnicos, si bien también llegaron comisarios políticos estalinistas (la temida NKVD) para intentar controlar las milicias y tropas bajo las directrices de la IIIª Internacional, reprimiendo de manera brutal a cualquier oposición que surgiese, incluida entre los propios republicanos.
Sin embargo, la negativa de las principales democracias (EE.UU, Reino Unido y Francia) fue seguido de un apoyo entusiasta de miles de voluntarios que procedentes de multitud de países acudieron a España a luchar del lado republicano. Socialistas, comunistas, anarquistas pero también demócratas de todo el mundo acudieron para luchar contra el fascismo e un intento de frenar su avance por Europa. organizadas por dirigentes comunistas, estas Brigadas Internacionales tuvieron una actuación especialmente destacada en la defensa de Madrid o en batallas como la de Teruel.
Vagón de tren con brigadistas internacionales |
La República financió la guerra con las reservas de oro del Banco de España que, por decisión de Largo caballero, fue enviado a Moscú y se destinó a la compra de material bélico.
Frente a la actitud neutral adoptada por las principales democracias durante la contienda, la Alemania nazi y la Italia fascista mostraron desde un primer momento su apoyo al bando sublevado. La posibilidad de privar a Francia de un seguro aliado al sur así como de utilizar a España como campo de pruebas para la futura contienda que se auguraba hizo que desde los primeros días de la guerra Hitler colaborase con el envío de carros de combate, fuerzas de defensa aérea y aviación de la Legión Cóndor. Mussolini también envió el denominado Corpo di Truppe Volontaire (CTV) mientras que la dictadura de Salazar en Portugal colaboró también con el envío de voluntarios. Además, la falta de oro por parte del bando sublevado se subsanó con la entrega de préstamos por parte de Alemania e Italia a cambio de materias primas y alimentos.
El desarrollo de la guerra
El principal objetivo de los militares era la rápida conquista de Madrid para consolidar la sublevación. Sin embargo, aunque el avance de las tropas sublevadas en los primeros días fue rapidísimo sin encontrar apenas resistencia, éste quedó detenido en la sierra de Guadarrama. Mientras tanto, Mientras tanto, el general Franco, con ayuda de los alemanes, pasaba con las tropas de Marruecos a la península iniciándose la marcha desde el sur hacia el norte por Extremadura bajo el mando del general Yagüe. La conquista de Badajoz y la salvaje represión que dejaron patente la voluntad del ejército sublevado de seguir las consignas de Mola de actuar con toda la violencia posible para extender el terror. a su vez, las noticias de tales sucesos provocaron la reacción furibunda de la población de la zona republicana que, sobre todo en Madrid, actuaron en los primeros meses de guerra con extrema crueldad en la persecución y ejecución de todos aquellos que consideraban cómplices de los sublevados, la denominada "quinta columna" (miembros del clero, personas que habían destacado por sus ideas conservadoras y en muchas ocasiones personas que simplemente eran víctimas de venganzas personales).
Aunque Franco tenía que dirigirse según lo acordado a Madrid, decidió hacerlo hacia Toledo para liberar a los militares sublevados que se habían atrincherado en el Alcázar. Si bien esta operación no sólo no tuvo ninguna repercusión bélica importante sino que más bien al contrario permitió a las fuerzas republicanas a organizar la defensa de Madrid; este hecho fue luego utilizado propagandísticamente por Franco quien recibió el título de "Generalísimo de los ejércitos" por la Junta de Defensa de Burgos lo que suponía que se ponía al frente de la sublevación.
A finales de octubre Franco ordeno la ofensiva sobre Madrid lo que obligó al gobierno republicano a abandonar la capital y dirigirse a Valencia el 6 de noviembre confiando la defensa de Madrid a una Junta dirigida por el general José Miaja aunque fue el teniente coronel Vicente Rojo quien organizó la defensa. El avance de las tropas era precedido por los bombardeos de la aviación alemana e italiana y todo hacía presagiar una rápida ocupación de la capital. Sin embargo, brigadistas y voluntarios republicanos frenaron el avance de las tropas sublevadas llegando a haber combates en la zona de Casa de Campo y Moncloa ya en la capital. La ciudad estaba siendo atacada por todos los frentes excepto por el este por donde entraron los primero carros de combate soviéticos, los primeros brigadistas internacionales y la columna anarcosindicalista de Durruti. En diciembre se hizo evidente que la ocupación de la ciudad iba a durar más de lo previsto por lo que la ciudad quedó sitiada y la batalla por la conquista de Madrid se prolongó hasta marzo de 1937 produciéndose dos de las batallas más encarnizadas de toda la guerra: la del Jarama y la de Guadalajara en las que el recién constituido ejército Popular de la república obligó al ejército franquista posponer la conquista de Madrid.
Mientras tanto, en el sur, Las tropas de Queipo de Llano, con la ayuda de la aviación italiana y alemana, ocupó la provincia de Málaga en febrero de 1937 que fue seguida, al igual que sucediera con Badajoz, de una brutal represión.
Tras desistir de la ocupación de Madrid, la estrategia de los sublevados dirigió las tropas hacia el norte industrial y minero. Tan sólo Asturias, Santander y Vizcaya permanecían bajo control republicano. Durante la ofensiva contra Vizcaya destacó el bombardeo de la ciudad de Guernica que se convertiría en un símbolo atemporal de la barbarie de la guerra gracias a la obra de Picasso. Finalmente tanto Bilbao como Santander fueron ocupadas en 1937.
Una vez ocupado el norte de nuevo el objetivo fue Madrid. Sin embargo, la derrota del ejército franquista y la recuperación de Teruel por parte del ejército popular obligó de nuevo a los sublevados a dejar aparcada la ofensiva sobre Madrid y dirigirse a Teruel donde, entre enero y febrero de 1938, tuvo lugar una de las batallas más crueles de la guerra saldándose con la victoria del ejército franquista. La derrota del ejército republicano fue vista como una oportunidad para avanzar en el frente de Aragón. Como consecuencia las tropas franquistas llegaron al mediterráneo lo que supuso rompes la zona republicana en dos aislando a Cataluña.
Entre julio y agosto de 1938 tuvo lugar la batalla del Ebro, la más encarnizada de las batallas, en un intento desesperado por parte el ejército republicano de unir de nuevo ambas zonas republicanas. Sin embargo, de nuevo el avance inicial republicano quedó frenado por la contraofensiva franquista, cuya victoria prácticamente decantaba la guerra hacia el bando sublevado. A finales de 1938 el ejército franquista avanzó hacia Cataluña siendo ocupada en enero Barcelona y Gerona. Unas 500.000 personas, incluyendo los restos del Ejército Popular de Cataluña así como los miembros del gobierno republicano y de la Generalitat. incluido el presidente de la República Azaña, se exiliaron a Francia.
En enero de 1939 el presidente del gobierno Juan Negrín regresó a las zonas que aún continuaban bajo control republicano en la esperanza de que la guerra europea que parecía inevitable comenzase y eso ayudase a la causa republicana aunque dicha esperanza pronto se vio imposible de cumplir. En Madrid el coronel Casado junto a dirigentes socialistas y anarquistas intentaron pactar la rendición y se sublevaron contra el gobierno de Negrín. Los últimos meses de la guerra vinieron marcados en las zonas republicanas por el caos y el enfrentamiento entre las distintas facciones mientras que Negrín y los principales dirigentes comunistas abandonaban el país y el ejército franquista se lanzaba a la ofensiva final contra Madrid que acabó cayendo así como las últimas zonas leales a la república.
El 1 de abril Franco firmó en Burgos su último parte de guerra dando por finalizada la guerra.
La España republicana
La sublevación primero y el comienzo de la guerra más tarde provocaron el derrumbe del orden republicano produciéndose divisiones internas entras las distintas facciones (comunistas, anarcosindicalistas, socialistas, republicanos,...). Si bien todos luchaban contra los sublevados, los objetivos entre ellos diferían y ello derivaba en enfrentamientos.
Entre las primeras medidas del gobierno republicano, presidido por Casares Quiroga, fue disolver las guarniciones rebeldes. Sin embargo, sintiéndose incapaz de controlar la situación dimitió y fue sustituido por Diego Martínez Barrio que intentó de manera infructuosa negociar con mola para detener la insurrección. Este fracaso provocó su sustitución por José Giral que decidió repartir armas entres los militantes de las organizaciones obreras lo que provocó la pérdida definitiva del control de la situación por parte del gobierno surgiendo multitud de comités, juntas y consejos que, de manera desorganizada, luchaba contra el ejército sublevado a la par que intentaban provocar una revolución.
Esta situación provocó una oleada de violencia contra aquellos que eran considerados colaboradores o simpatizantes de los sublevados dando lugar a una oleada de terror. La cárcel Modelo fue atacada por un grupo de milicianos que procedieron al asesinato de militares, miembros del clero o simples civiles acusados de fascistas. Durante el verano y otoño de 1936, cuando la llegada a Madrid del ejército sublevado parecía imparable, se sucedieron los "paseos" de presos de las cárceles y "checas" para ser asesinados. Debido a su brutalidad destacaron los asesinatos de Paracuellos del Jarama organizados por el Partido Comunista. Esta violencia fue un aspecto negativo que restó apoyos a la causa republicana.
La necesidad de reorganizar el Estado para ganar la guerra provocó la dimisión de José Giral y la formación de un nuevo gobierno de coalición integrado por socialistas, comunistas, republicanos y nacionalistas (catalanes y vascos) presidido por Largo Caballero. Los comunistas participaron a cambio de acabar con el movimiento anarquista y los nacionalistas vascos a cambio de la rápida aprobación de un Estatuto, que fue aprobado el 1 de octubre.En noviembre, los anarquistas cedieron a frenar la revolución y apoyar al gobierno durante la guerra integrándose en el mismo cuatro ministros anarcosindicalistas.
El nuevo gobierno procedió a reorganizar el ejército, creando el Ejército Popular de la república en el que quedaron integradas las distintas milicias. se crearon comisarios de guerra encargados del adoctrinamiento político y de la represión de cualquier critica o actitud que pudiera afectar a la moral del ejército. Igualmente, se restableció el orden público en un intento de poner fin a las represiones descontroladas de los primeros meses de la guerra.
Sin embargo, las tensiones entre las distintas facciones del bando republicano eran continuas como quedó evidenciado en el enfrentamiento militar directo que tuvo lugar en Barcelona en mayo de 1937 entre fuerzas de la Generalitat y del Partido Socialista Unificado de Cataluña (PSUC) contra fuerzas anarquistas de la CNT y FAI. El apoyo de largo Caballero a los sindicalistas precipitó su caída por la oposición de gran parte de los socialistas y comunistas, siendo sustituido en el gobierno por el socialista Juan Negrín.
Durante el desarrollo de la guerra el Partido Comunista fue ganando influencia gracias en gran medida al apoyo militar y político de la URSS; lo que generaba recelos entre el resto de las fuerzas republicanas. Las colectivizaciones fueron desmanteladas y cientos de anarquistas fueron encarcelados o ejecutados por los comunistas.
El desarrollo de la guerra iba evidenciando las posibilidades cada vez menor por parte de la República de ganar la guerra lo que provocó a partir de 1938 divisiones entre los partidarios de buscar una paz negociada (Azaña o Prieto) y los defensores de continuar con la guerra en la confianza que el estallido de un conflicto a nivel europeo supusiera para la República una opotunidad a su favor (Negrín). La situación se precipitó a principios de 1939 tras la caída de Cataluña y el reconocimiento del gobierno de Franco por Francia y Reino Unido. Gran parte del gobierno republicano marchó al exilio y tan sólo Negrín y los comunistas mantuvieron la defensa de las pocas plazas conservadas en un último intento de prolongar la guerra hasta el comienzo de una contienda europea. Finalmente, el coronel Casado dio un golpe de Estado y firmó la rendición incondicional.
La España "nacional"
Desde el primer momento,el bando sublevado dio muestras de una mayor capacidad de organización para hacer frente a una larga guerra civil. Si bien el levantamiento militar contaba con el apoyo de las fuerzas de derechas, monárquicos, carlistas, católicos, falangista; éstos presentaban proyectos políticos diferentes por lo que fue el ejército el que se convirtió en el pilar básico del nuevo Estado.
El muerte de Sanjurjo, líder de la sublevación, en un accidente aéreo tan sólo dos días después del golpe de Estado provocó la creación de una Junta de Defensa Nacional en Burgos que pasó a prohibir los partidos políticos del frente Popular y los sindicatos. Se paralizaban todas las reformas emprendidas por el gobierno republicano y se restablecía la bandera bicolor frente a la tricolor republicana.
Desde el primer momento, siguiendo las consignas del general Mola, el ejército sublevado impuso una política de terror y represión sistemática contra todos aquellos que eran sospechosos de simpatizar o haber colaborado con los republicanos (militares, funcionarios, intelectuales, maestros,...). Miles de personas fueron asesinados conforme avanzaba el ejército "nacional " (Sevilla, Badajoz o Málaga).
La muerte de Sanjurjo hacía prever que sería el general Mola el que ocuparía el mando unificado del ejército sublevado. Sin embargo, éste cedió ante el general Franco quien, a pesar de haberse sumado a la sublevación en el último momento, dirigía el ejército de marruecos, el mejor preparado y había logrado el apoyo de Alemania e Italia a la causa de los sublevados. Además, la liberación del alcázar de Toledo, si bien había retrasado la marcha sobre Madrid, dio una gran popularidad a Franco. Finalmente, el 1 de octubre de 1936 Francisco Franco era nombrado por la Junta de Defensa nacional "Generalísimo de los Ejércitos" y jefe del gobierno y del Estado. Tras este nombramiento la Junta de Defensa fue disuelta y se creó la Junta Técnica de estado como gobierno consultivo bajo las órdenes de Francos, quien recibió a partir de entonces el título de caudillo iniciándose una intensa campaña propagandística para reforzar la figura de Franco por encima del resto de militares.
Si bien en un primer el levantamiento contra la República carecía de u programa político, a partir de 1937, a imitación de los regímenes fascistas se creó un partido único, Falange Española Tradicionalista de las JONS que fusionaba a falangistas y carlistas.
Respecto a la Iglesia católica apoyó casi por unanimidad la rebelión militar como una respuesta frente al marxismo y anarquismo y llegó a calificar a la guerra como una guerra de cruzada contra el comunismo y el ateísmo.
Frente a la actitud neutral adoptada por las principales democracias durante la contienda, la Alemania nazi y la Italia fascista mostraron desde un primer momento su apoyo al bando sublevado. La posibilidad de privar a Francia de un seguro aliado al sur así como de utilizar a España como campo de pruebas para la futura contienda que se auguraba hizo que desde los primeros días de la guerra Hitler colaborase con el envío de carros de combate, fuerzas de defensa aérea y aviación de la Legión Cóndor. Mussolini también envió el denominado Corpo di Truppe Volontaire (CTV) mientras que la dictadura de Salazar en Portugal colaboró también con el envío de voluntarios. Además, la falta de oro por parte del bando sublevado se subsanó con la entrega de préstamos por parte de Alemania e Italia a cambio de materias primas y alimentos.
El desarrollo de la guerra
El principal objetivo de los militares era la rápida conquista de Madrid para consolidar la sublevación. Sin embargo, aunque el avance de las tropas sublevadas en los primeros días fue rapidísimo sin encontrar apenas resistencia, éste quedó detenido en la sierra de Guadarrama. Mientras tanto, Mientras tanto, el general Franco, con ayuda de los alemanes, pasaba con las tropas de Marruecos a la península iniciándose la marcha desde el sur hacia el norte por Extremadura bajo el mando del general Yagüe. La conquista de Badajoz y la salvaje represión que dejaron patente la voluntad del ejército sublevado de seguir las consignas de Mola de actuar con toda la violencia posible para extender el terror. a su vez, las noticias de tales sucesos provocaron la reacción furibunda de la población de la zona republicana que, sobre todo en Madrid, actuaron en los primeros meses de guerra con extrema crueldad en la persecución y ejecución de todos aquellos que consideraban cómplices de los sublevados, la denominada "quinta columna" (miembros del clero, personas que habían destacado por sus ideas conservadoras y en muchas ocasiones personas que simplemente eran víctimas de venganzas personales).
Aunque Franco tenía que dirigirse según lo acordado a Madrid, decidió hacerlo hacia Toledo para liberar a los militares sublevados que se habían atrincherado en el Alcázar. Si bien esta operación no sólo no tuvo ninguna repercusión bélica importante sino que más bien al contrario permitió a las fuerzas republicanas a organizar la defensa de Madrid; este hecho fue luego utilizado propagandísticamente por Franco quien recibió el título de "Generalísimo de los ejércitos" por la Junta de Defensa de Burgos lo que suponía que se ponía al frente de la sublevación.
A finales de octubre Franco ordeno la ofensiva sobre Madrid lo que obligó al gobierno republicano a abandonar la capital y dirigirse a Valencia el 6 de noviembre confiando la defensa de Madrid a una Junta dirigida por el general José Miaja aunque fue el teniente coronel Vicente Rojo quien organizó la defensa. El avance de las tropas era precedido por los bombardeos de la aviación alemana e italiana y todo hacía presagiar una rápida ocupación de la capital. Sin embargo, brigadistas y voluntarios republicanos frenaron el avance de las tropas sublevadas llegando a haber combates en la zona de Casa de Campo y Moncloa ya en la capital. La ciudad estaba siendo atacada por todos los frentes excepto por el este por donde entraron los primero carros de combate soviéticos, los primeros brigadistas internacionales y la columna anarcosindicalista de Durruti. En diciembre se hizo evidente que la ocupación de la ciudad iba a durar más de lo previsto por lo que la ciudad quedó sitiada y la batalla por la conquista de Madrid se prolongó hasta marzo de 1937 produciéndose dos de las batallas más encarnizadas de toda la guerra: la del Jarama y la de Guadalajara en las que el recién constituido ejército Popular de la república obligó al ejército franquista posponer la conquista de Madrid.
Mientras tanto, en el sur, Las tropas de Queipo de Llano, con la ayuda de la aviación italiana y alemana, ocupó la provincia de Málaga en febrero de 1937 que fue seguida, al igual que sucediera con Badajoz, de una brutal represión.
Tras desistir de la ocupación de Madrid, la estrategia de los sublevados dirigió las tropas hacia el norte industrial y minero. Tan sólo Asturias, Santander y Vizcaya permanecían bajo control republicano. Durante la ofensiva contra Vizcaya destacó el bombardeo de la ciudad de Guernica que se convertiría en un símbolo atemporal de la barbarie de la guerra gracias a la obra de Picasso. Finalmente tanto Bilbao como Santander fueron ocupadas en 1937.
Una vez ocupado el norte de nuevo el objetivo fue Madrid. Sin embargo, la derrota del ejército franquista y la recuperación de Teruel por parte del ejército popular obligó de nuevo a los sublevados a dejar aparcada la ofensiva sobre Madrid y dirigirse a Teruel donde, entre enero y febrero de 1938, tuvo lugar una de las batallas más crueles de la guerra saldándose con la victoria del ejército franquista. La derrota del ejército republicano fue vista como una oportunidad para avanzar en el frente de Aragón. Como consecuencia las tropas franquistas llegaron al mediterráneo lo que supuso rompes la zona republicana en dos aislando a Cataluña.
Entre julio y agosto de 1938 tuvo lugar la batalla del Ebro, la más encarnizada de las batallas, en un intento desesperado por parte el ejército republicano de unir de nuevo ambas zonas republicanas. Sin embargo, de nuevo el avance inicial republicano quedó frenado por la contraofensiva franquista, cuya victoria prácticamente decantaba la guerra hacia el bando sublevado. A finales de 1938 el ejército franquista avanzó hacia Cataluña siendo ocupada en enero Barcelona y Gerona. Unas 500.000 personas, incluyendo los restos del Ejército Popular de Cataluña así como los miembros del gobierno republicano y de la Generalitat. incluido el presidente de la República Azaña, se exiliaron a Francia.
En enero de 1939 el presidente del gobierno Juan Negrín regresó a las zonas que aún continuaban bajo control republicano en la esperanza de que la guerra europea que parecía inevitable comenzase y eso ayudase a la causa republicana aunque dicha esperanza pronto se vio imposible de cumplir. En Madrid el coronel Casado junto a dirigentes socialistas y anarquistas intentaron pactar la rendición y se sublevaron contra el gobierno de Negrín. Los últimos meses de la guerra vinieron marcados en las zonas republicanas por el caos y el enfrentamiento entre las distintas facciones mientras que Negrín y los principales dirigentes comunistas abandonaban el país y el ejército franquista se lanzaba a la ofensiva final contra Madrid que acabó cayendo así como las últimas zonas leales a la república.
El 1 de abril Franco firmó en Burgos su último parte de guerra dando por finalizada la guerra.
La España republicana
La sublevación primero y el comienzo de la guerra más tarde provocaron el derrumbe del orden republicano produciéndose divisiones internas entras las distintas facciones (comunistas, anarcosindicalistas, socialistas, republicanos,...). Si bien todos luchaban contra los sublevados, los objetivos entre ellos diferían y ello derivaba en enfrentamientos.
Entre las primeras medidas del gobierno republicano, presidido por Casares Quiroga, fue disolver las guarniciones rebeldes. Sin embargo, sintiéndose incapaz de controlar la situación dimitió y fue sustituido por Diego Martínez Barrio que intentó de manera infructuosa negociar con mola para detener la insurrección. Este fracaso provocó su sustitución por José Giral que decidió repartir armas entres los militantes de las organizaciones obreras lo que provocó la pérdida definitiva del control de la situación por parte del gobierno surgiendo multitud de comités, juntas y consejos que, de manera desorganizada, luchaba contra el ejército sublevado a la par que intentaban provocar una revolución.
Esta situación provocó una oleada de violencia contra aquellos que eran considerados colaboradores o simpatizantes de los sublevados dando lugar a una oleada de terror. La cárcel Modelo fue atacada por un grupo de milicianos que procedieron al asesinato de militares, miembros del clero o simples civiles acusados de fascistas. Durante el verano y otoño de 1936, cuando la llegada a Madrid del ejército sublevado parecía imparable, se sucedieron los "paseos" de presos de las cárceles y "checas" para ser asesinados. Debido a su brutalidad destacaron los asesinatos de Paracuellos del Jarama organizados por el Partido Comunista. Esta violencia fue un aspecto negativo que restó apoyos a la causa republicana.
La necesidad de reorganizar el Estado para ganar la guerra provocó la dimisión de José Giral y la formación de un nuevo gobierno de coalición integrado por socialistas, comunistas, republicanos y nacionalistas (catalanes y vascos) presidido por Largo Caballero. Los comunistas participaron a cambio de acabar con el movimiento anarquista y los nacionalistas vascos a cambio de la rápida aprobación de un Estatuto, que fue aprobado el 1 de octubre.En noviembre, los anarquistas cedieron a frenar la revolución y apoyar al gobierno durante la guerra integrándose en el mismo cuatro ministros anarcosindicalistas.
El nuevo gobierno procedió a reorganizar el ejército, creando el Ejército Popular de la república en el que quedaron integradas las distintas milicias. se crearon comisarios de guerra encargados del adoctrinamiento político y de la represión de cualquier critica o actitud que pudiera afectar a la moral del ejército. Igualmente, se restableció el orden público en un intento de poner fin a las represiones descontroladas de los primeros meses de la guerra.
Sin embargo, las tensiones entre las distintas facciones del bando republicano eran continuas como quedó evidenciado en el enfrentamiento militar directo que tuvo lugar en Barcelona en mayo de 1937 entre fuerzas de la Generalitat y del Partido Socialista Unificado de Cataluña (PSUC) contra fuerzas anarquistas de la CNT y FAI. El apoyo de largo Caballero a los sindicalistas precipitó su caída por la oposición de gran parte de los socialistas y comunistas, siendo sustituido en el gobierno por el socialista Juan Negrín.
Durante el desarrollo de la guerra el Partido Comunista fue ganando influencia gracias en gran medida al apoyo militar y político de la URSS; lo que generaba recelos entre el resto de las fuerzas republicanas. Las colectivizaciones fueron desmanteladas y cientos de anarquistas fueron encarcelados o ejecutados por los comunistas.
El desarrollo de la guerra iba evidenciando las posibilidades cada vez menor por parte de la República de ganar la guerra lo que provocó a partir de 1938 divisiones entre los partidarios de buscar una paz negociada (Azaña o Prieto) y los defensores de continuar con la guerra en la confianza que el estallido de un conflicto a nivel europeo supusiera para la República una opotunidad a su favor (Negrín). La situación se precipitó a principios de 1939 tras la caída de Cataluña y el reconocimiento del gobierno de Franco por Francia y Reino Unido. Gran parte del gobierno republicano marchó al exilio y tan sólo Negrín y los comunistas mantuvieron la defensa de las pocas plazas conservadas en un último intento de prolongar la guerra hasta el comienzo de una contienda europea. Finalmente, el coronel Casado dio un golpe de Estado y firmó la rendición incondicional.
La España "nacional"
Desde el primer momento,el bando sublevado dio muestras de una mayor capacidad de organización para hacer frente a una larga guerra civil. Si bien el levantamiento militar contaba con el apoyo de las fuerzas de derechas, monárquicos, carlistas, católicos, falangista; éstos presentaban proyectos políticos diferentes por lo que fue el ejército el que se convirtió en el pilar básico del nuevo Estado.
El muerte de Sanjurjo, líder de la sublevación, en un accidente aéreo tan sólo dos días después del golpe de Estado provocó la creación de una Junta de Defensa Nacional en Burgos que pasó a prohibir los partidos políticos del frente Popular y los sindicatos. Se paralizaban todas las reformas emprendidas por el gobierno republicano y se restablecía la bandera bicolor frente a la tricolor republicana.
Desde el primer momento, siguiendo las consignas del general Mola, el ejército sublevado impuso una política de terror y represión sistemática contra todos aquellos que eran sospechosos de simpatizar o haber colaborado con los republicanos (militares, funcionarios, intelectuales, maestros,...). Miles de personas fueron asesinados conforme avanzaba el ejército "nacional " (Sevilla, Badajoz o Málaga).
La muerte de Sanjurjo hacía prever que sería el general Mola el que ocuparía el mando unificado del ejército sublevado. Sin embargo, éste cedió ante el general Franco quien, a pesar de haberse sumado a la sublevación en el último momento, dirigía el ejército de marruecos, el mejor preparado y había logrado el apoyo de Alemania e Italia a la causa de los sublevados. Además, la liberación del alcázar de Toledo, si bien había retrasado la marcha sobre Madrid, dio una gran popularidad a Franco. Finalmente, el 1 de octubre de 1936 Francisco Franco era nombrado por la Junta de Defensa nacional "Generalísimo de los Ejércitos" y jefe del gobierno y del Estado. Tras este nombramiento la Junta de Defensa fue disuelta y se creó la Junta Técnica de estado como gobierno consultivo bajo las órdenes de Francos, quien recibió a partir de entonces el título de caudillo iniciándose una intensa campaña propagandística para reforzar la figura de Franco por encima del resto de militares.
Si bien en un primer el levantamiento contra la República carecía de u programa político, a partir de 1937, a imitación de los regímenes fascistas se creó un partido único, Falange Española Tradicionalista de las JONS que fusionaba a falangistas y carlistas.
Franco retratado con el uniforme de la Falange y boina roja carlista |
Tras dos años y medio de guerra, finalizó el 1 de abril de 1939 con la victoria del llamado bando "nacional" y dando como resultado una cifra en torno a los 500.000 muertos como consecuencia directa de la guerra o bien víctimas de la represión y se estima en más de 500.000 las personas que tuvieron que exiliarse fuera de España. En lo económico, la guerra supuso la destrucción de infraestructuras, viviendas, así como un descenso en todos los aspectos económicos: agricultura, ganadería comercio, construcción, obras públicas. España tardaría años en recuperarse económicamente del impacto de la guerra, si bien las consecuencias más importantes fueron políticas pues la sublevación, lejos de ser una solución coyuntural, dio paso a un sistema político dictatorial liderado por Franco que habría de prolongarse hasta su fallecimiento 36 años después.
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